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Foto del escritorSol Solecito Didácticos

¡Qué Tarea tan Dura!


He recibido muchas opiniones acerca de qué es ser padres, y estas opiniones están bastante divididas, ya que cada uno da su respuesta de acuerdo al contexto en el que se desarrollan diariamente. Unos dicen “que es la experiencia más extraordinaria de la vida”, otros que “si hubieran sabido que iba a ser tan caótico, tal vez lo hubiesen pensado mejor”… lo cierto es, que es una tarea bastante difícil y de mucha responsabilidad, y claro, suena a frase de cajón, pero estamos forjando el futuro del mundo.

He reflexionado mucho acerca del tema, y llegué a la conclusión, de que por más que nos esforcemos, nunca vamos a llegar a ser esos padres “perfectos” que muchas veces nos quieren vender en las redes sociales, o que quizás nuestra familia, incluso nuestros mismos hijos quieren que seamos. Esto no va a suceder, ya que cada uno de nosotros como seres humanos, estamos en continuo crecimiento y aprendizaje, y, la mayoría de veces aprendemos de los errores. Lo importante de esto es aprender, no repetir nuevamente el patrón errado, sino crecer, ir subiendo ese escalón que te llevará a ser un mejor padre y madre cada día.

Si no tuviste una muy buena experiencia como hijo, esta es una razón para romper el molde y cambiar el error por una oportunidad afortunada con tus hijos, es decir, si tu experiencia fue de padres ausentes, poco tiempo y atención, que esto no se vuelva una excusa sino una motivación para estar más tiempo con tus hijos. Planea tener ese día de juegos en familia, ó que tal una noche de contar esas historias graciosas de tu niñez o juventud, para que tus hijos sepan de dónde vienes y aprendan a comprender un poco tus motivos y reacciones.

Hay que aprender a motivar a nuestros hijos. Pocos de nosotros recibimos esa frase alentadora que nos inspiraba a ser mejores cada día, nuestras palabras, nuestro lenguaje corporal y todas nuestras expresiones, tienen un impacto muy grande en nuestros hijos. Digamos y hagamos cosas que ayuden a subir su autoestima, de acuerdo a la edad, deleguemos responsabilidades y creamos que ellos son capaces de asumirlas. Creer en ellos es fundamental de esta manera crecerán seguros. Por el contrario evitemos las comparaciones con otros, no utilicemos palabras denigrantes ni hirientes, estas frases duelen más que un golpe y causan más daño que la violencia física.



Hay algo que he aprendido en el trayecto de esta tarea de ser mamá, y es a ser compasiva, cada vez que mi hijo hace algo con lo cual no estoy de acuerdo, hago el ejercicio de recordar lo que yo hice a esa edad, aprendí a comprender y a recordar que yo también pasé por lo mismo e hice las mismas cosas, ó quizás, peores. Y es que a veces como padres nos volvemos jueces, creemos que tenemos la verdad absoluta de las cosas, y muchas veces, ellos son los que nos dan las lecciones que no aprendimos en nuestra niñez o juventud.

Te has puesto a pensar, en un día cuantas veces tenemos reacciones negativas con nuestros hijos? Es posible que nos demos cuenta de que los criticamos más de lo que los felicitamos. Hoy me reto y los reto a proponernos a diario, a encontrar al menos una cosa por la cual elogiar a nuestros hijos, seamos más generosos en abrazos y elogios que en críticas y silencios.

La experiencia como padres siempre será dura, un camino con muchos baches que debemos como adultos responsables, aprender a sortear. Nuestros hijos no son los culpables de nuestros faltantes, recordemos que más allá de las propiedades o las herencias que les dejemos, hay un legado que debemos dejar en ellos, un legado de comprensión, amor y respeto, que ellos transmitirán a sus generaciones como un homenaje a unos padres, no perfectos, pero que se esforzaron en dar lo mejor de ellos para forjarles un mejor futuro.



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