HOY ESTALLÉ EN LAGRIMAS Y ELLAS NO ALCANZABAN A NARRAR MI
FRUSTRACIÓN…
Inicié mi día con el corre corre habitual, los quehaceres, y por supuesto, los
pequeños accidentes infaltables (se regó la leche en el fogón, la niña boto su
comida, al limpiar el desastre, yo también me ensucie y tuve que cambiarme de
nuevo y ya era la segunda vez que me cambiaba, ¡Claro, “pequeños” accidentes)
por fin y después de varias horas estamos listos para salir, pero ahora ni las llaves
ni el celular aparecen, salimos y el tráfico hace que perdamos la cita de control
con el pediatra.
Al volver a casa, cuando todo parecía en aparente calma, de repente mi niña
estalla en una pataleta porque no comprendí el juego que inventaba, Intenté
calmarla con todas las estrategias aprendidas (respira profundo, inflemos el
estómago, cantemos esa canción que te ayuda a calmar, la de contar hasta 4,) y
nada funcionaba, por el contrario, se molestó aún más.
Busco apoyo en mi esposo para no perder el control y él, en lugar de enfrentar la
situación, la complace con algún capricho para calmarla, entonces albergo un
sentimiento en mi corazón de desconsuelo profundo y en mi mente grito sin
parar… Yo misma recurro a los trucos que le he enseñado a mi hija para manejar
la ira y noto que no es suficiente con respirar profundo, así que decido contar, pero
no hasta 4, tengo planeado hasta un millón…
En ese mismo instante, interrumpe mi conteo una personita de escasos 90 cm
acercándose hacia mí con carita de arrepentimiento, me mira con la mirada más
estremecedora y me dice “PELDON mamá” … Sus disculpas se clavan en mi
corazón, la abrazo y ella me llena de besos y al recibirlos mágicamente mi corazón
se vigoriza… Y esas lágrimas de frustración quedan convertidas en lágrimas de
amor y esperanza. Y como madre, al final, solo puedo decir: ¡QUE
MARAVILLOSO DIA!
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